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sábado, 4 de abril de 2020

Mis lugares, mi música 4

Y de esta manera fue transcurriendo mi adolescencia y juventud en Maçanet de la Selva. En ese entorno me formé como persona y en él se forjaron unos fuertes vínculos con la música que han llegado hasta hoy mismo, jugando siempre un papel muy importante en mi vida.

Allí viví los momentos más determinantes y esplendorosos del rock sinfónico, lógicamente con ciertos años de retraso, pues las comunicaciones de aquella época no son las de ahora y mucho menos en un pueblo pequeño. Y allí pasé los "locos" años 80 cuando todo el entorno del  rock progresivo se vino abajo, aplastado por las nuevas modas y tendencias, al menos esa era la sensación que teníamos en mi entorno.

Años después, en tiempos en los que la comunicación, la incipiente globalización y, sobre todo, la llegada de internet habían iniciado cambios en el mundo a todos los niveles, pudimos comprobar y celebrar que nuestra música no había muerto, es más seguía muy viva. En casi todos lados habían surgido bandas, grupos y solistas que creían en el rock progresivo, tanto en el de corte más clásico como otros estilos nacidos de la fusión de las más diversas corrientes.



Con esta buena salud a nivel creativo nos metimos en el nuevo siglo. Estaba claro que si en creatividad y nuevas ideas el progresivo funcionaba, no pasaba igual en el ámbito de popularidad entre el gran público, muy pocas bandas se podían permitir ya llenar grandes recintos. Algunas de las grandes clásicas de los 70 y para de contar.

Desde el año 1994 estoy en mi cuarto lugar de residencia, Girona, todo parece indicar que será el último, pero esto nunca se sabe. Quien sabe que nos puede deparar el futuro.

De Girona, como tampoco podría ser de otra manera, tomaré la banda más laureada que ha dado nuestra ciudad Atila. Con dos álbumes publicados, Intención y Reviure, este último considerado uno de los más grandes del rock sinfónico catalán. Con él nos quedamos.