De la mano de Sigur Ros, como ya sabéis uno de mis últimos descubrimientos, nos sentamos en un prado rodeado de montañas, en un bello paisaje, cerramos los ojos y nos dejamos llevar por la placidez sonora de la banda islandesa.
La música tranquila, minimalista y atmosférica nos envuelve en un manto de cálido bienestar, en un sueño letárgico que nos transporta del frío invierno a una incipiente primavera. La vida se renueva y se despierta del largo descanso en el círculo polar.
Sigur Ros, Olsen Olsen.
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