Pronto no será más que un eco lejano, perdido en la inabarcable inmensidad del vacío cósmico más contundente. Nuestro hogar, La Tierra, es ya un débil recuerdo de unos tiempos pasados que ya no volverán. Los últimos objetos cotidianos de origen terrestre, que nos acompañaban en nuestro viaje, se perdieron en el último accidente, ocurrido años atrás mientras atravesábamos la región de Icarus.
Solamente pudimos salvar un viejo equipo de música y nuestra colección de cedes, la mayoría ya muy desgastados por el uso intensivo que siempre les dimos. Son nuestro alimento para el alma, lo único que nos mantiene con fuerza para seguir adelante, y no rendirnos ante el desolador panorama que tenemos delante.
Buscando y rebuscando entre esos archivos sonoros, uno siempre encuentra alguna joya del lejano pasado, que sirve para levantar el ánimo de la tripulación. Recuerdos de los olvidados siglos XX y XXI, unos tiempos en los que la música alcanzó las más altas cimas de belleza e inspiración. Luego se entraría en los lúgubres siglos de oscuridad y persecución, donde todo lo relacionado con el arte, la creatividad y la belleza fue prohibido y borrado de la cultura popular.
Nuestra amada Tierra la habíamos convertido en un lugar frío e inhóspito, insolidario y cruel, sin recursos naturales para poder mantener a toda su población, abocada a una lenta, pero inexorable agónica muerte.
Los últimos supervivientes huyeron de un terrible final hace ya más de tres siglos, a bordo de la nave Nostromo, nosotros somos sus herederos que generación tras generación luchamos para seguir el viaje, no sabemos bien a donde, y mantener viva su memoria.
Desde lo más recóndito del Universo mandamos este mensaje a quien le pueda llegar, no sabemos como estará ahora nuestro planeta, pero en lo más hondo de nuestra alma todos soñamos con poder regresar algún día.
Nave Nostromo, en algún día de no sabemos que mes, sobre el año 2458.
Después de este microrrelato, de más que dudosa calidad y producto de unos momentos con las defensas bajas, os quiero presentar la última banda que está entrando justo estos días en mi universo musical, se trata de los noruegos Wobbler. Está formación será una de las invitadas al próximo Minnuendö que se celebrará en Peralta (Navarra) el 11 de mayo de 2019.
Por lo que he podido investigar se trata de un grupo muy interesante, que cultiva un rock sinfónico actual, pero repleto de recuerdos de la época dorada del género. Utilizan mucho teclado analógico de los años 70, aquellos teclados que nos marcaron a todos: mellotron, órgano Hammond, piano eléctrico Fender, sintetizadores Mini Moog y ARP, etc.
Creo que hablaremos en más de una ocasión de estos chicos, porqué realmente lo merecen. De momento os dejo un gran tema de su trabajo más reciente: From Silence to Somewhere del año 2017.
El tema se llama Fermented Hours.
Con mis mejores deseos para estas Fietas!
Felices Fiestas ¡¡Alons Nostromo!!
ResponderEliminarIgualmente Ángel!!! que el Papá Noel y los Reyes Magos te traigan mucha música.
Eliminar