Ayers aparte de un gran músico fue una persona especial, diferente, con una escala de valores y un planteamiento vital muy particular. Pero además, fue una figura clave dentro del rock progresivo y uno de los máximos exponentes de la escena Canterbury, fundador de los míticos Soft Machine. Una vez alejado de ese proyecto se forjó toda una brillante carrera en solitario, contando en sus discos y conciertos con la colaboración de algunos de los músicos más importantes del rock progresivo.
Su legado en forma de grabaciones es amplio y de gran calidad, sobre todo en los discos compuestos en la primera mitad de los años 70's.
Su partida un frío mes de febrero de 2013 de una forma tan inesperada, supuso un mazazo para todos sus seguidores. Nos queda su completísima obra, sus discos, sus canciones, sus vídeos,... con la que podemos seguir descubriendo o rememorando su espíritu libre, su particular forma de crear auténticas obras de arte.
Y con eso nos quedamos, con su vitalidad y con su maestría para componer temas inolvidables, como esta misma canción: May I del álbum Shooting At The Moon.
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